viernes, 14 de noviembre de 2014

educación sexual para niños

Lo cierto es que esto no se me da muy bien. Tengo que dar una charla informal sobre sexualidad, a un grupo de críos... me han comentado que lo de la abejita o lo de la cigüeña, ya, que no.




Me parece que como dice mi amigo Chema: "mete, saca. Y si te gusta, repite..."

A veces es que se complican las cosas de una manera.

Escucharé música, sólo.



sábado, 8 de noviembre de 2014

estaba muerto

Estaba muerto y nadie lo sabía. Me solazaba en mi estado, era algo que me daba tranquilidad. Cuando se ha perdido todo, qué más da perder lo que sea. Así estaba a salvo de ser herido, muerto, sí. Con la tranquilidad de quien no puede perder más de lo que ya ha perdido.

Escondido en los rincones nadie me buscaba. Tal vez por eso me pregunto ¿nadie repara en que no estoy? Tal vez se vayan y no se den cuenta de que falto. Tal vez cierren y me quede aquí encerrado, en mi escondite. Sepulcro. No estoy escondido, estoy muerto.

Y al estar muerto estoy a salvo. De peores desgracias, de peores penas. No sé qué me pasa. No lo puedo explicar. Solamente sé que algo pasa, pero nadie se da cuenta. Y si me preguntan soy lo bastante listo como para poner buena cara. Porque no deben saberlo.

Debo ser el niño bueno que ellos dicen que soy, aunque aquí escondido en este estrecho ataúd de alfombras, sé que no soy ese niño bueno del que presumen. Son tontos. A lo mejor es que son tontos. No se dan cuenta de que no soy bueno.

Hago cosas a escondidas. Cosas que nadie sabe. Cosas sucias. Pero da igual, porque nadie se da cuenta. Es como tener unos zapatos rotos y que a nadie le importe. Pues los llevo rotos. Después me pegó la bronca mi padre. Pero he llevado los zapatos rotos mucho tiempo.

Tal vez lo que no se dice en voz alta es como si no existiera. Para que algo exista hay que decirlo en voz alta. O tal vez en un susurro. Así se hace real.

Lo que yo diga, oiga y perciba con mis sentidos es real, si lo expreso. Si no es así ¿cómo estar seguro? Con mi voz digo lo que quiero. Y al decirlo, sé que es real. Cuando toco algo, sé que es real. Por que si no es así ¿cómo estar seguro de que existo? ¿Existo de veras? ¿O es todo una ilusión? Una ilusión de la que hay que escapar para que nadie se avergüence de mí.

Vuelvo a mi escondite. A mi sepulcro. A mi fosa. Y nadie pregunta por mí. Nadie me habla, ni me tocan. He perdido el sentido del tacto. Soy un fantasma. He muerto. Pero nadie lo dice, así que cómo estar seguro. Nadie me dice si existo o no. Si soy real o solamente un ser que solamente existe en apariencia.

Nadie me dice si estoy vivo o no. Ya no siento la piel. Necesito un abrazo, pero no hay nadie que me lo dé. O que me den un puñetazo. Tal vez fuera mejor que nada. Pero tendría que provocarlo, y debo estar en mi apariencia de niño bueno ¿Cómo pelearme? Ni siquiera sé pelearme. Los niños buenos no se pelean. 

Menos aún cuando están muertos.